Es imposible convertirse en un gran líder sin ser un gran comunicador.
¿Cómo sabemos cuándo nuestras habilidades han madurado los suficiente para convertirnos en excelentes comunicadores y, así, poder alcanzar un liderazgo ágil en nuestra organización ? La respuesta creo que puede estar cuando en nuestras interacciones utilizamos de forma consistente los siguientes diez principios:
1. No hablemos con “lengua bífida”: en la mayoría de los casos, las personas simplemente no se abren a aquellos en quienes no confían. Cuando las personas tienen la sensación de que un líder es digno de su confianza, invertirán tiempo y asumirán riesgos que nunca asumirían si su líder tuviera una reputación basada en un carácter pobre o con falta de integridad. La confianza se gana con los hechos, el pensamiento y una correcta toma de decisiones. Tengamos en cuenta que la gente perdonará muchas cosas siempre que exista la confianza, pero rara vez perdonará algo cuando esta brille por su ausencia.
2. Seamos personales: dejemos de emitir comunicaciones corporativas y comencemos a tener conversaciones organizativas; pensemos en el diálogo, no en el monólogo. Aquí está la cuestión: cuanto más personal y atractiva sea la conversación, más eficaz será.
«A las personas no les importa cuánto sabemos hasta que saben cuánto nos preocupamos por ellas».
La teoría empresarial clásica indica que los líderes deben mantener la distancia. No es así en el liderazgo ágil. Si no desarrollamos relaciones personales significativas, nunca sabremos lo que realmente tienen en mente hasta que es demasiado tarde.
3. Seamos específicos: la especificidad es mejor que la ambigüedad. Aprendamos a comunicarnos con claridad. Lo simple y conciso siempre es mejor que lo complicado y confuso. El tiempo nunca ha sido un bien tan preciado como lo es ahora. Es fundamental que los líderes aprendamos a ir al grano y alcanzar los puntos clave; y, por tanto, es importante esperar lo mismo de los demás.
“Nuestro objetivo es eliminar lo superfluo y hacer que nuestras palabras calen”.
4. Concentrarnos en lo que dejamos atrás, no en lo que tenemos en curso: los mejores comunicadores no solo son hábiles para aprender y recopilar información mientras se comunica, también son expertos en transferir ideas, alinear expectativas, inspirar acciones y difundir su visión. La clave es abordar cada interacción con el corazón. Concentrándonos más en contribuir que en recibir, habremos logrado la meta. Aunque esto pueda parecer contradictorio a la intuición, si nos concentramos más en los deseos y necesidades de la otra parte, aprenderemos mucho más que si solo nos concentramos en lo nuestro.
5. Tener mente abierta: a menudo hemos dicho que la rigidez de una mente cerrada es el factor limitante más importante para las nuevas oportunidades.
Un líder lleva su juego a un nivel completamente nuevo desde el momento en que busca voluntariamente a aquellos que tienen opiniones discordantes y posiciones opuestas.
El objetivo no es el de convencerlos para que cambien de opinión, sino el de comprender lo que piensan. Recordemos que en el liderazgo ágil no es la opinión lo que importa, sino la voluntad de discutirla con la mente abierta y aprender.
6. Callar y escuchar: Los grandes líderes saben cuándo subir el tono, bajarlo y desconectar. Transmitir un mensaje reiteradamente hasta la saciedad no tendrá el mismo resultado que entablar una conversación significativa. Pero esto supone que comprendemos que la mejor forma de discutir es tener una conversación, y no un monólogo. Cuando lleguemos al punto de nuestra vida en el que comencemos a comprender que el conocimiento no se obtiene moviendo los labios, sino quitando la cera de los oídos, habremos dado el primer paso para convertirnos en grandes comunicadores.
7. Reemplazar el ego por la empatía: Comienzan a suceder cosas buenas cuando la franqueza se comunica con empatía y cariño y no con la arrogancia orgullosa de un ego inflado. Los comunicadores empáticos muestran un nivel de autenticidad y transparencia que no cuentan aquellos que eligen comunicarse detrás de una fachada cuidadosamente elaborada apuntalada por un frágil ego.
Comprender este principio de comunicación es lo que ayuda a convertir la ira en respeto y la duda en confianza.
8. Leamos entre líneas: Los grandes líderes tienen la asombrosa capacidad de comprender lo que no se dice, no se ve ni se escucha. Los líderes astutos saben que se puede ganar mucho más cediendo la palabra que con la verborrea. En esta era de la comunicación instantánea, todos parecen tener tanta prisa por comunicar lo que piensan que no se dan cuenta de todo lo que se puede obtener leyendo las mentes de los demás.
Mantengamos los ojos y los oídos abiertos y la boca cerrada y nos sorprenderemos de cómo se eleva nuestro nivel o conciencia organizacional.
9. Hablemos sabiendo: desarrollemos el dominio técnico sobre los temas. La mayoría de las personas exitosas no tienen interés en escuchar a personas que no pueden añadir valor a una situación o un tema, pero se obligan a entablar una conversación solo para escucharse hablar. Aunque todos hemos escuchado el dicho «lo que importa no es lo que dicen, sino cómo lo dicen», y aunque algo de verdad puede tener esta frase, creo que es mucho más importante lo que se dice que cómo se dice. Los buenos comunicadores abordan los aspectos del «qué» y «cómo» para no convertirse en charlatanes que dejan a las personas con la impresión de enfocarse más de la forma que la sustancia.
10. Hablar a los grupos como individuos: los grandes comunicadores pueden adaptar su mensaje de forma que pueden hablar con 10 personas en una sala o con 10.000 personas en un auditorio y hacer que se sientan como si estuvieran hablando directamente con cada una de ellas.
Saber cómo trabajar en una sala y establecer credibilidad, confianza y simpatía son claves para interacciones exitosas.
En pocas palabras: cada vez que tengamos que comunicar un mensaje asegurémonos de que dicho mensaje sea verdadero y correcto, bien razonado y respaldado por una lógica sólida, específica, consistente, clara y precisa.
Lo más importante de la comunicación no se trata de nosotros sino de las opiniones, las posiciones o las circunstancias de los demás. Se trata de ayudar a los demás satisfaciendo sus necesidades, comprendiendo sus preocupaciones y añadiendo valor a su mundo.
En la siguiente infografía te presentamos unos consejos para conseguir que tu comunicación pase al siguiente nivel:
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